domingo, 5 de octubre de 2008

Jóvenes involucionados


Siempre me criticaron el hecho de que le doy charla a todo el mundo. A los porteros, taxistas, vendedores, y en el día de hoy a un músico ambulante que estaba en la parada de ómnibus.

Recién había salido del trabajo y mientras esperaba el 117 prendí un cigarrillo, que lo consumí lentamente mientras leía los titulares de El Observador que tenía en mis manos.

Sentado a mi lado se encontraba un señor de unos 50 años, tocando la guitarra y cantando algo muy bajo. Quise ser simpático y le pregunté:

- ¿de quién es esa canción que acaba de tocar?

a lo que me responde:

- Es de Serrat, ¿te gusta Serrat?

Y le respondo que no conozco mucho, y lo que conozco no es de mi agrado, que de ese estilo prefiero a Eduardo Aute o Silvio Rodríguez. Y me dice que esos dos sumados a Sabina no llegan siquiera a compararse con el talento de Serrat.

Hasta ahí todo bien, pero el tema es que este señor se me puso denso. Comenzó a quejarse porque no me gustaba Joan Manuel Serrat, se quejó porque nunca había leído nada de Che Guevara, de Antonio Machado y León Felipe. Enloqueció cuando le dije que no conocía el himno de la FEUU.

Y antes de todo eso, se había quejado porque tenía en mis manos un ejemplar de El Observador, a su criterio “uno de los diarios más gusanos del Uruguay”.

Por momentos la charla no era tan violenta y se prestaba para conocer un poco más del otro. Me comentó que por 26 años fue marino mercante, pero hacía ya un tiempo que lo habían echado y se dedicó a tocar en los ómnibus para poder sobrevivir. Que vivía en barrio Sur y aunque no lo pareciera vivía en un edificio con portero.

También me comentó que hacía una hora que estaba sentado esperando al 142, que lo llevaría a Buceo y Malvin, según él barrios con gente que entiende de lo que habla y canta. Pero la resaca le impedía subirse a uno.

Pero sus dardos volvían una y otra vez dirigidos hacia mi persona. En esta oportunidad, se encontraba anonadado por el hecho de que a mi edad yo no estuviera empapado con la cultura de izquierda, porque según él, de la izquierda proviene todo el conocimiento y la sabiduría del hombre. De la izquierda vienen los cambios, pero de la verdadera izquierda, no de la de los “alcahuetes del Estado” como bien diría.

A todo esto se pasaron entre 15 ó 20 minutos y llegó el 117 y alcance a escuchar:

- ah claro vive en Punta Carretas.

Este señor me hizo pensar mucho en el correr de la tarde. No me enojé con él, pero su radicalismo me impresionó. No me puse a debatir, ni defender posturas políticas que no tengo. Pero sentí como ciertas personas se encierran en sus mundos y son incapaces de aceptar realidades distintas, al punto de rechazar o denigrar posturas diferentas a las suyas.

“No sos de izquierda” me dijo en un momento. Eso me hizo acordar el día que le dijeron a mi hermano “sos joven, entonces tenés que ser frenteamplista”.

Por Dios, que imagen obtusa de la vida. ¿Por qué tienen que inculcarnos sus ideologías y dar por sentado que debemos aceptarlas?

Tengo familiares vinculados a la política y a la izquierda directamente, pero eso no hace de mí una persona política. No por eso, yo debo ser frenteamplista.

Asumo que por momentos estoy de acuerdo con ideologías de izquierda y me enojo con los partidos tradicionales, pero también me pasa al contrario. No defiendo, ni sigo a ningún lema político. Diría en otras palabras “no me caso con nadie”.

No todos queremos ser militantes, no todos deseamos empaparnos de política, no a ese punto.

Pero según sus palabras, los jóvenes de ahora han “involucionado”. ¿Cómo no vamos a conocer el himno de la FEUU? ¿Cómo pudimos nunca haber leído a Che Guevara? ¿Cómo no vamos a escuchar a Serrat?

No señor, no conozco el himno de la FEUU, nunca leí a Che Guevara y no escucho a Serrat. ¿Ahora eso me hace menos crítico que usted? ¿Menos independiente y vivo que usted?

No Señor, no lo hace. Respeten las posturas ajenas a las suyas, entiendan que no todos tenemos secuelas de la dictadura, si ni siquiera llegamos a vivirla.

No solo en la izquierda hay felicidad. La felicidad se construye día a día, sí con ideologías, pero también con amor, paciencia, dedicación y trabajo. Che Guevara no me traerá felicidad, ni el MPP, el Partido Blanco, Colorado o quien fuere. Sigo de cerca a la política, pero no es un factor de importancia, no al menos de los principales en mi vida.

Así que a gente como usted le digo:

- hágame el favor y súbase al próximo 142, porque ya se le pasaron dos y no va a lograr nada hablándome de esa forma.

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