lunes, 2 de junio de 2014

La bipolaridad de un país enfermo

Foto de Maicor Borges/Junio 2014
2014 es el año donde finalmente los uruguayos nos daremos cuenta cuán hipócritas, intolerantes y desalmados somos.
Un candidato que propone cerrar un capítulo tan doloroso como la búsqueda de desaparecidos de uno de los sucesos más chocantes de toda nuestra historia, nos hace pensar que a nadie, salvo los familiares de dichos desaparecidos o "simpatizantes" de este flagelo que nos atraviesa, le importa tal situación.
"Miremos hacia adelante" suelen decir las nuevas voces. ¿Pero acaso es posible mirar hacia adelante sin resolver el pasado reciente? ¿Es tan fácil como suena dejar todo de lado y mirar hacia adelante?

Sinceramente no creo que Lacalle Pou gane las elecciones nacionales, pero me atormenta pensar que muchos de los que lo votarán lo harán con estas intenciones, Borrar el pasado, avanzar atropellando todo lo que se hizo hasta ahora.
Y perdónenme estimados lectores, muchos de ustedes serán blancos, colorados, frenteamplistas o de otros partidos, pero las políticas sociales del FA no han terminado. Sí, tal vez hayan habido errores garrafales y dignos de enojo popular, pero al menos se ha intentado curar la herida abierta de muchos, al menos se ha intentado disminuir la pobreza, sí, mediante la imposición de más impuestos que duelen en nuestros bolsillos, pero que tienen como intención salvar a las clases más pobres. 
Errores van a haber en todos los períodos de gobierno de todos los partidos que suban al poder, pero el período del FA en el gobierno aún no ha terminado y no es tiempo de que termine. Faltan muchas cosas por hacer aún. 

Desde 2004 se viene hablando que se necesitarían al menos tres períodos de gobierno para lograr cambios sustentables y sostenidos en la historia, falta uno más para ello y critique lo que se critique animo a todos a mirar y estudiar la historia de nuestro país con detenimiento y ver todo lo que se ha hecho por los uruguayos desde nuestros inicios.
Recibiré las críticas que sean necesarias y tendré la reprobación de muchos, pero mientras viva en este país pelearé por el bienestar general. 
Sí, el peso recae sobre la clase media, pero no es culpa solo del FA, son años, décadas de grandes problemas económicos que llevaron a que el peso recaiga sobre la mayoría de la población y si no fuera así, la disparidad sería aún mayor entre pobres y ricos.

Este no es un año más en nuestras vidas como ciudadanos. Si tan solo los uruguayos se tomaran la molestia de analizar las distintas opciones políticas que se brindan, estas elecciones podrían tener mayor trascendencia de las que se cree. Pero el pensamiento popular de "son todos chorros" tiene mucho peso y anula la capacidad de pensar, discernir y opinar de forma coherente.

No nos dejemos llevar por lo que dicen las masas, los medios de comunicación o los mismos políticos. Seamos nosotros los generadores de opinión, de transformación y crecimiento.
Tenemos todo para ser un gigante, pero estamos dormido y lo más fácil es echar la culpa al gobierno de turno sin importar su orientación política, porque es más fácil criticar que construir.

Echen raíces uruguayos y cultiven consciencia colectiva.

sábado, 5 de abril de 2014

Veinte años en este tren



Recuerdo que en esta semana, pero de 1994, veía entre las hojas del diario El País de Montevideo una foto del rostro de Kurt Cobain y la noticia de su muerte. Yo tan solo tenía 11 años y aún estaba dormido musicalmente, no entendía bien quien era, pero sabía que era conocido. Durante años rastreé ese artículo nuevamente, pero jamás lo encontré.
Ocho de abril de 1995, de ese día recuerdo tres cosas. Tuve el examen de karate con el que llegué a cinturón amarillo (y ahí me quedé), pusieron TV por cable en casa y vi por primera vez el MTV Unplugged de Nirvana. En esa semana se conmemoraba un año del fallecimiento de Kurt Cobain y recordé el artículo del año anterior. Así como también ahora recuerdo la tristeza que denotaba la escenografía, las flores, las velas y como todo ello realzaba la sensación de estar en un funeral.

El año 1995 significó el año de pasaje al nuevo mundo, al mundo del adolescente. El ingreso al secundario. Los nuevos amigos. Pero principalmente la nueva música. De golpe me sentí invadido por una abrumadora cantidad de bandas, Nirvana, Black Sabbath, The Doors, Led Zeppelin, Metallica, Pearl Jam, Soundgarden y todas las que me hacía llegar mi hermano mayor o un compañero de clase. 


De a poco comencé a hacerme de la música de Nirvana. No tenía acceso a los cd's y el regrabado de cassettes era lo mío. Lo que antes eran cassettes de Michael Jackson, Laura Pausini o todas las bobadas pop que escuchaba de niño, pasó a convertirse en mi santuario del rock. La cosa llegó a tal punto de comprar el cassette original de MTV Unplugged por $20 y una caja de Marlboro ($8 en la época).

En menos de un año tenía remeras, pulseras, cadenas, revistas y cassettes de Bleach, Nevermind, Incesticide e In Utero; todo Nirvana. Mi obsesión se volvió en la tortura de mi familia.

Era un adolescente que deseaba absorber todo lo que pudiera acerca del mundo Nirvana y todo lo que ello conllevaba. Muchos recuerdos tontos vienen a mi mente, pero era un adolescente fanático, sentía que había llegado tarde y no había tiempo a perder.

De todos modos, siempre culpé a Kurt Cobain por ser triste y melancólico, pero ahora entiendo que no fue su culpa. No desearía haberme involucrado tanto en su mundo, en sus letras, en sus dolores, depresiones y tristezas. Igual, eso ayudó a forjar una personalidad, un cierto aire de culto a la música, a saber desglosar los estilos, a saber lo que a mi criterio es bueno y aceptable sin importar la opinión ajena. 


Veinte años atrás no sería capaz de discernir esto, nada más quería entender este nuevo mundo que llegaba a mí. Era mucha información y estaba dispuesto a aprehenderla, en volverme un fanático de la música y con los años esa terminó siendo mi definición de mi mismo, un fanático de la música, entre otras cosas gracias a Nirvana.





viernes, 7 de marzo de 2014

La belleza de tu voz


Love Your Dum and Mad lo tiene todo, buena melodía, buenas letras y una gran voz. 

Al primer disco de Nadine Shah no le falta nada, suena perfecto desde donde se lo mire. Es que esta joven británica se esforzó a la hora de grabarlo y para ello contó con la producción de Ben Hiller, conocido por producir discos de Depeche Mode, Blur y The Horrors entre otros, y con el que logró una conexión instantánea luego de probar antes con varios productores.

Influenciada por admirables músicos como Marianne Faithfull, PJ Harvey y Nick Cave & The Bad Seeds, logra con su disco llevarnos a distintos mundos y escenarios donde la música es la única reina y todo lo demás pasa relegado a un segundo plano. Distintos tiempos y un tono de voz bastante particular que logra cautivar con las primeras estrofas, hacen que todo el disco sea muy llevadero y agradable al oído. De todos modos, admito que Aching Bones, el tema que da comienzo al disco, puede sonar desde un comienzo a un gran plagio de Angel de Massive Attack por la base de bajo, pero es que esa base es tan perfecta que no solo en Angel queda bien, ya que rápidamente, al escuchar su voz, se logra quitar esa sensación de "robo" y creer que encaja a la perfección. 

Nadine Shah comenzó tocando en pequeños bares, donde escribió la mayoría de sus canciones e impresionó a más de uno con su voz grave y que para muchos era algo así como "muy masculina", pero la dulzura con la que canta y el buen uso de su timbre logró tirar por tierra todo prejuicio y en ello encontró su potencial. Una voz muy particular que podría muy bien recordarnos a Nina Simone o Marianne Faithfull que nunca se caracterizaron por tener una voz suave y "femenina".
Las letras de sus canciones mayormente parten de experiencias personales y no muy alegres o agradables como Dreary Town que no solo fue su primer canción, sino que retrata el suicidio de un amigo cercano muchos años antes, o Floating una canción que se atreve a destapar el tabú que sugieren los temores, vergüenza y secretos de las enfermedades mentales en los jóvenes de una sociedad retorcida e individualista. A mi criterio, Winter Reigns, la canción que cierra el disco, tal vez contenga una de las melodías más tristes y profundas del mismo, pero es donde podemos ver la gran capacidad musical de esta artista y su piano.
El disco también cuenta con un ligero y acertado codeo con el jazz, producto de su experiencia musical en la adolescencia con dos músicos amigos que hicieron que terminara mudándose a Londres en busca de una oportunidad musical dentro del mundo del jazz, pero que luego terminó llevándola, acertadamente, por su propio camino.


Catalogado por muchos como un disco oscuro, Nadine Shah responde a ello con cierta diversión al ver que esto está tan lejos de su verdadera identidad, ya que ella misma se caracteriza por ser bastante positiva.